Orla de notables

Grasas Azpiarte

Desde principios del siglo XIX Vicente Azpiarte Zarrabeitia regentaba una chacinería en Mendiola, a un paso de Vitoria, y el negocio le funcionaba muy bien de manera que su primogénito Tadeo Azpiarte Urrutia no hubiera tenido ninguna necesidad que cambiar de actividad pero lo hizo. Sin abandonar del todo el trasiego de las carnes, la emprendió con el de las alpargatas.

Antigua fábrica de Mendiola
Tadeo Azpiarte tenía muy buen ojo para el negocio y vio venir una oportunidad dorada con el lío que se traían en Madrid con la sucesión del rey felón. Convenció a Gil Hacha Urmeneta, propietario de una fabriquita de alpargatas de la Rioja para ponerse en situación de producir en gordo y paralelamente movió ciertos contactos en Madrid y en Lisboa que le abrieron la espita a la producción de alpargatas para las tropas isabelinas y para las carlistas en el mismo obrador. Al finalizar la primera campaña carlista, Tadeo Azpiarte y su socio habían amasado una considerable fortuna y habían creado, en el hoy miserable villorrio de Cervera del Río Alhama, una industria floreciente y modélica. Pero Tadeo Azpiarte, que era persona de culo inquieto, se lió con una vicetiple de Miranda de Ebro y se marchó a la Argentina tan ricamente aunque hay que consignar aquí que doña Vitoriana, su legítima, amarró muy bien el patrimonio y a Giuseppe Galanti un napolitano pariente de un alto funcionario venido a menos.

Siguiendo el ejemplo del padre, su hijo Tadeo Miguel, vio con claridad que engrasar convenientemente la maquinaria de la guerra en España era negocio seguro así que empezó a trabajar la grasa caballar para botas, cintos y guarnicionería en general y la grasa mineral (de la hulla o el lignito) para los ingenios bélicos y carretas. Las sucesivas contiendas intestinas lo convirtieron en un industrial cristiano, cabal y de riñón cubierto.

Grasas Azpiarte abrió fábrica en Mendiola y despachos comerciales en Vitoria y Madrid pues era proveedor de las compañías Caminos de Hierro del Norte y Ferrocarriles Andaluces. Tras la última guerra civil, la empresa estuvo al borde de la quiebra porque el negocio de la grasa quedó, prácticamente como monopolio, en manos de un nazi que vivió un exilio dorado en España y disfrutó de un trato exquisito por parte de las autoridades franquistas, bajo falso nombre vascuence, hasta su fallecimiento en Málaga en 1997.


En la actualidad la compañía ADT (Azpiarte Daub Tallow) con sede en Madrid, desde que el 6 de octubre de 2017 abandonara Barcelona, se dedica principalmente a la cosmética y vende sus productos por todo el mundo. Kevin Jesús Azpiarte Gabarrón es su director general.

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